miércoles, 11 de marzo de 2009


Toda mi vida he vivido en vecindarios de gente sencilla, trabajadora y honesta, donde es usual encontrar negocios familiares en la planta baja de las casas, y nada mas levantar la cabeza, una cantidad variopinta de anuncios publicitarios, coronan los despachos de peluquerías, carnicerías y negocios tan multiformes como los mismos avisos son. Encuentro aún mas interesante el hecho de leer lo escrito en algunos de esos avisos, palabras que me recuerdan la gloria del pueblo escogido por el buen Dios, es así como PELUQUERIA SHADDAY, VETERINARIA JIREH, PANADERIA SHALOM, se vuelve una publicidad muy popular, en el extenso sentido de la palabra.
Aunque esto es bastante pintoresco, es sólo la primera cuota de un asunto que se está convirtiendo en paradigmático dentro del ambiente cristiano, como una patraña mercantil, un truco para atraer lo que podríamos llamar como “mercado cristiano”, un truco cocacolesco; discreto lavado de cerebro, que juega un poco con nuestra escala de valores, que nos pinta una alternativa de mercado según esto para nosotros, sólo para nosotros.



Creo en primera instancia que en la mayoría de los casos, el poner un “negocio cristiano”, obedece sólo a la manera en que cualquier comerciante creyente quiere honrar al salvador, con el fruto de su trabajo, y en este orden de ideas está bien poner una alusión a Dios en el dintel de puerta (recuerdo del otrora glorioso pueblo de Israel), lastimosamente el asunto se tergiversa, desde la perspectiva del cliente, que hace una lectura diferente de la buena intención que se da en principio. Seguramente amigos, habrán escuchado en la iglesia o fuera de ella, algo así como: -tengo un dolor en la espalda terrible-, seguido de un: - uy mija le voy a recomendar un medico buenísimo cristiaaano (favor leer la anterior palabra tal como está escrita, moderadamente nasal en las aes repetidas) amigo del pastor-, y acto seguido la adolorida hermanita se empieza a aliviar; en este punto, cada uno pondrá su ejemplo propio.
Con esto no quiero decir, reitero, que no haya buenas intenciones de por medio, pero algunas preguntas me aquejan: ¿Por qué si el medico es cristiano es garantía de que sea bueno?, ¿y el doctor que me vio nacer, que es mas bien ateo, me trajo al mundo a medias?, ¿el panadero que amasa al son de Alex Campos le queda mejor el pan que mi amigo, el vecino, asiduo fanático de Vicente Fernández, a quien le compré le pan durante nueve años, antes de que Marcos Vidal sonara en su despacho?. Estamos cayendo claramente en una trampa mercantil que nosotros mismos nos hemos tendido, anteponiendo el adjetivo cristiano a cualquier otra consideración de calidad o satisfacción, prefiriendo el directorio cristiano de negocios, que la oportunidad de salir de la burbuja, y llevar el mensaje de vida a lugares donde necesita ser escuchado, y negándole la oportunidad al odontólogo cristiano, de predicar a Cristo a sus pacientes, porque ya le llenamos la agenda de citas hasta el día que Dios lo llame a su presencia. Mientras sigamos asumiendo que la Mc.Donalds es bueno porque es Mc.Donalds, estamos condenados a la insatisfacción y a percibir nuestra identidad cristiana como un nuevo bien de capital y consumo.
Sobreentendiendo que todos los cristianos debemos apoyarnos para prosperar y que somos parte del mismo cuerpo, voluntariamente nos hemos sometido a un sesgo de opinión, convirtiéndonos en una sociedad dentro de la sociedad, pero una claramente excluyente al solo consumir cristiano, aunque con la otra mano condenamos y tildamos de ineptos a los discípulos que cuestionan al Maestro por hablar con una samaritana o a unos niños por querer acercarse a Jesús, nos rasgamos las vestiduras porque algunos tiene prohibidas transfusiones de sangre, pero no hemos entendido que el mensaje de Cristo es abierto, incluyente, y que todos en este planeta necesitamos una transfusión de Su sangre, derramada por cada uno de nosotros.
Sólo queda mi invitación: debemos darnos la oportunidad de evaluar las cosas por lo que son y no por lo que los demás dicen que son, el pan es mejor porque se prepara mejor no porque lo prepara alguien que el domingo va a culto, el abogado es mejor cuanto mejor sea su record de casos y no porque me lo recomiende un líder de la iglesia, el docente es bueno por que es inspirador y amoroso y la mejor escuela para nuestros hijos es donde los formen como personas de bien, no donde un obligado devocional antes de clases o la supresión de las cátedras non sanctas, de filosofía y educación sexual y afectiva hacen parte del plan educativo. Recuerde que nuestra característica como cristianos debe ser el amor incondicional por el prójimo. Dese la oportunidad de predicar como paciente cliente y dependiente, expanda su circulo de acción, en vez de contraerlo buscando un compre cristiano, para cada cosa que necesite, además recuerde que los que lo atienden en cualquier establecimiento, son tan humanos y llenos de errores como cualquiera de nosotros, que cristianos somos.

Con todo el amor de este mundo para todos aquellos que también predican la palabra con su trabajo. Para Marcela y su familia que a punta de litigio han bendecido tanto a los míos.

Leer Más...